Patrimonio Histórico

Castillo del Trovador Macías

El castillo de Macías, declarado Bien de Interés Cultural por la disposición adicional segunda de la Ley del Patrimonio Histórico de 25 de junio de 1985, es una de las defensas medievales mejor conservadas de la campiña jiennense.

Este castillo es famoso no por las hazañas bélicas que en él tuvieron lugar, sino porque en su torre del homenaje vivió encarcelado y murió asesinado Macías el Enamorado, cuyos amores inspiraron obras de Lope de Vega y Larra.

La torre, obra cristiana del siglo XIII, de sillarejo con cadenas regulares, pequeñas dimensiones y proporcionada estructura, se asienta en un zócalo de roca con base cuadrangular. Tiene tres plantas que alcanzan los 17 metros de altura y desde ella se divisa la campiña y las canteras de arcilla de la Albarrá. Dos de los tres lienzos conservados de la muralla del castillo confluyen en la torre, en cuyo lado sudeste se abrió una puerta de ladrillo con arco apuntado. En 1434 Juan II obligó a los calatraveños a vivir en el castillo y a reconstruirlo.

Perdida su función defensiva, en el siglo XVII se derribó el muro sur para utilizarlo como patio de la vivienda del marqués de la Merced, y a principios del siglo XX pasó a ser propiedad municipal.
En 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural.

Desde el año 2005, el Castillo de Macías el Enamorado fue incluido en el Programa Turístico, Ruta de los Castillos y las Batallas, programa de la Diputación Provincial de Jaén.

Desde hace más de una década a finales del Septiembre, se vienen celebrando a las faldas de este castillo las Jornadas Medievales Fiestas de Macías el Enamorado, organizado y patrocinado por la Concejalía de Cultura de este ayuntamiento en colaboración con la Diputación Provincial de Jaén y todos los colectivos sociales de la localidad, y que supone la vuelta, al menos por un fin de semana, a la época medieval.

Iglesia de la Encarnación

Se empezó a construir siguiendo la lexicografía gótica de principios del siglo XVI. Su planta consta de cabecera plana cubierta por terceletes y tres naves, separadas por pilares cruciformes, cubiertas con una techumbre mudéjar que en el siglo XVIII se camufló con falsas bóvedas de crucería. Se accede a la sacristía por una interesante portada plateresca. Entre los siglos XVII y XVIII se construyeron capillas laterales y un panteón. El coro y el retablo manierista, obra de Blas de Figueredo y Cristóbal Téllez, fueron destruidos en el 36 y restaurados en la posguerra.

Lo más notable es su prominente torre, levantada a los pies de la iglesia a principios del siglo XVII, de traza manierista. La portada de la iglesia con pilastras cajeadas, hornacinas, arco triunfal, casetones en el intradós y entablamento con friso dórico se descubre tras un gran arco de medio punto de sillería en el arranque de la torre. El segundo cuerpo es de aparejo almohadillado de ladrillo, con dos balcones, uno adintelado y otro de medio punto, que subrayan la verticalidad. Las campanas están ubicadas en un tercer piso decrecido sobre el que se colocó, a finales del XIX, un esbelto remate piramidal.

Después de la Guerra Civil, la iglesia ha sido progresivamente restaurada. Se colocó un nuevo chapitel, se construyó un nuevo coro y un nuevo retablo. En 1984 se rehicieron los tejados, se renovó la instalación eléctrica, se picaron los nervios de las bóvedas y se le puso un nuevo pavimento.

Casa del Juzgado

También conocida como «Ayuntamiento viejo», es el edificio civil más interesante de la localidad. Presenta una estrecha fachada de sillería de 1617 con tres cuerpos: en el bajo está la puerta en dintel con anchas pilastras toscanas; en el segundo piso hay un gran balcón flanqueado por dos figuras clásicas de corte manierista, apoyadas sobre ménsulas, y conocidas popularmente como «las sotas de bastos»; y en el centro del tercer cuerpo aparece el escudo de los Austrias flanqueado por el de la villa y otro local. Corona la fachada un frontón triangular con remates piramidales que la verticalizan aún más vertical.

La fachada se ajusta a los modelos derivados de una arquitectura religiosa, trasvasados a un edificio público, de carácter civil. Destaca el frontón triangular, elemento típico de las construcciones religiosas, en cuyo centro se sitúa una cruz en relieve. Los remates piramidales acentúan la verticalidad de la fachada.

Ermita de San Roque

Aunque data de la segunda mitad del siglo XVI, su última remodelación, en 1990, obra de Luis Alonso Salcedo, acabó convirtiéndola en un homenaje al regionalismo sevillano de principios del XX, tanto por la composición y ornamentación de la fachada, como por el triple arco de ladrillo y azulejo que la antecede.

Palacio del Marqués de la Merced

Se trata de un edificio de finales del siglo XVII. Con dos cuerpos adintelados, en el superior se abre un balcón de forja que aparece coronado por un frontón partido. Este edificio alberga las Colecciones Museográficas de Arjonilla, las colecciones de cerámica histórica más importantes de la provincia de Jaén y los museos arqueológicos, de bellas artes… para el disfrute de los arjonilleros y arjonilleras y de los vecinos de todos los rincones de la geografía que quieran acercarse para disfrutar de nuestra cultura y patrimonio.

Ermita de la Soledad

Originalmente fue la ermita de Santa Mª de Valrico. Fue construida entre los siglos XVI-XVII, y remodelada en 1992. Se trataría de la edificación religiosa más antigua de la localidad que se mantiene en pie. Antiguamente fue la pequeña Parroquia de Arjonilla hasta que se construyó la Iglesia de la Encarnación, con el cementerio municipal al lado. De hecho la tradición dice que Macías el enamorado pudiera estar enterrado en el cementerio de la Virgen de la Soledad.

La puerta de acceso cuenta con un arco de medio punto enmarcado entre pilastras, sobre este un vano rebajado y coronando el conjunto un cuerpo de Espadaña. Llama la atención las dos pilastras que enmarcan el conjunto y en el interior el camerino de la Virgen de la Soledad.

Al interior, la construcción posee una planta de salón cubierta por bóveda de lunetos sostenida por unos arcos fajones a los que se le adosan arcos formeros que habilitan una serie de capillas, lugar donde encontramos diferentes imágenes de algunas cofradías de la localidad: San Juan o la Cofradía de la Santa Vera Cruz.

En la cabecera, desprovista de retablo, se abre un vano que da vista al camarín de la virgen de la Soledad, elemento fundamental de esta ermita, de ahí su nombre como tal. 

Ermita de Jesús

Situada en el lado sur de la plaza de la Encarnación, presenta una fachada del siglo XVIII realizada en ladrillo, material constructivo que se hace omnipresente en el patrimonio histórico de Arjonilla. En esta sencilla fachada, la verticalidad y el geometrismo queda enaltecida por la disposición del arco de medio punto sobre jambas, gran frontón triangular que se rompe, para encajar una de los cuatro resaltos cuadrangulares dispuestos en forma de cruz griega.

En el interior, del S.XVII, se cubre con bóveda de cañón con lunetos, y en su cabecera, destaca el camarín de Jesús con pinturas del siglo XVIII en la bóveda.

Ermita de la Virgen de la Cabeza

Ermita de Santiago, dedicada a esa advocación, pero con motivo de la desaparición de esta imagen y el fervor existente en la localidad por la Virgen de la Cabeza, el nombre de la ermita se hace más popular como Ermita de la Virgen de la Cabeza. Fue construida en el Siglo XVI, de sencilla fachada con de 2 cuerpos, se puede apreciar en su interior un artesonado mudéjar de par y nudillo; un trabajo artesanal de gran belleza, siendo de los mejores conservados de la zona de este estilo. Remodelado el arco de entrada en 1978, aún se conserva su primitiva y sencilla morfología mudéjar, en la que se destaca su parte central que se adorna con dos pilastrillas de modo de alfil, ventana y espadaña de un solo cuerpo.

En ella podemos encontrar la imagen de la Morenita, la Virgen de la Cabeza, patrona de la Diócesis de Jaén, siendo ésta una de las imágenes más antiguas de esta advocación existentes en la actualidad. 

Casa de Don Manuel García Morente

En la fachada sur, de la plaza de la Encarnación, se sitúa la casa en la que nació el 22 de abril de 1886, don Manuel García Morente, catedrático de la Universidad de Madrid y presbítero. Un busto, de este ilustre arjonillero, fue colocado en esta misma plaza por el ayuntamiento en el año 1992.

La arquitectura regionalista está bien representada por la Plaza de Abastos actualmente Hogar del Jubilado, el Ayuntamiento, la Casa de la Cultura, todos ellos Edificios Regionalistas y varios inmuebles de la calle Alonso Coello.

LA MONA, blasón del marquesado de la Merced

Quizá con el ánimo de mofarse de de los antiguos linajes de la Villa, el pueblo ha «bautizado» a este león rampante con blasón, como «la mona», dando también nombre a la casa que es coronada por este elemento heráldico. He leído recientemente un error acerca del blasón que muestra esta figura patrimonial de la Villa, adscribiendo la cruz a la Orden de Santiago, cuando en realidad, y a simple vista, ya se observa que pertenece a un linaje de la Orden de Calatrava. Esta fotografía, que realicé ya hace muchos años junto a José Manuel Magaña Afán de Rivera, permite ver en detalle los otros elementos heráldicos: Un árbol y tres flores de lis. El escudo, como ya conocíamos los amantes de la heráldica son las armas del apellido Quero, del marquesado de la Merced.

La referencia errónea procede de la impresión de la tesis doctoral de Heráldica de nuestro amigo Andrés Nicás. A pie de foto, se observa el error de adscribir el blasón a la Orden de Santiago, mientras que en el texto, donde ofrece un inventario de los escudos religiosos de la Villa de Arjonilla, refiere su pertenencia a la Orden de Calatrava.

La figura de «la mona», puede proceder de algún otro edificio propiedad de los marqueses de la Merced, ya sea en Andújar, o en la misma Arjonilla (casa palaciega junto al Castillo). Esta familia, emparentó con los Jiménez de Arjonilla, en este caso, la casa sobre la que se ubicó este león rampante, pertenecía a los Jiménez de Morales, que ya tenían el título de Marqués de Santa Rosa, al que unieron el de la Merced a mediados del siglo XIX. Toda una coronación de títulos y blasones para una de las familias de más raigambre de la Villa.

Fachada Casa del Marqués de la Merced

A finales del siglo XVIII, la familia de los Jiménez en Arjonilla, se afianza en el consistorio local, presencia que puede ser rastreada hasta el reinado de Isabel II, en el que termina el tránsito del Antiguo Régimen hacia unas instituciones municipales constitucionales, período en el que la historia socio-política de Arjonilla es protagonizada por las distintas bifurcaciones de este linaje.

Si en el siglo XVII los Jiménez de Arjonilla se habían unido matrimonialmente con la hidalguía local, lograron emprender en la segunda mitad del XVIII un sistema de alianzas con el fin de ligarse familiarmente con la más destacada nobleza giennense, tal vez por el renombre que el título de marqués de Santa Rosa otorgó al linaje. En primer lugar lo hicieron con los Pérez de Vargas de Andújar, quienes reciben varios títulos, entre ellos el marquesado de la Merced que se unirá a mediados del XIX al de Santa Rosa de los Jiménez de Arjonilla. Posteriormente varios miembros de los Jiménez de Soto emparentan con el apellido Del Río de la ciudad de Jaén. Esto permitirá afianzar su primacía entre la sociedad local de la época al verse beneficiados por el poder regio, que los legitimaba por encima de los hijosdalgo de la Villa, para constituirse en representantes notables de la autoridad real en el cabildo municipal. La manifestación de ese poder en el urbanismo, quedó patente en las principales casas palaciegas situadas en los más importantes enclaves de la población y con singularidad, junto a la fortaleza de la Villa, transformada en el XIX para el solaz de sus nobles moradores.

Esta casa conocida popularmente como “Casa del Marqués”, o “Cuartel viejo”, estuvo habitada a finales del siglo XVIII por el matrimonio formado por D. Bernardo Jiménez Cano y Doña Leonor Pérez de Vargas y Zambrana. Durante este tiempo y buena parte del siglo XIX, la casa palaciega estuvo ricamente amueblada, con interesantes cuadros devocionales e históricos. Así mismo poseían una carta manuscrita de Santa Teresa, una reliquia de la misma Santa y una interesante biblioteca. A principios de este siglo, la casa pertenece a la familia Parras Jiménez, habitando en ella el célebre cura Parras, y con posterioridad, los últimos propietarios la venderán al Ayuntamiento de la localidad.

Fachada García Mazuelo

Junto al Ayuntamiento, también llamado «Mirador de la Gloria», muestra una de las mejores vistas del Parque Natural. Desde él se contempla una impresionante visión de las aguas del embalse de El Tranco, un mar interior en el pulmón verde de Andalucía.

Fachada Jiménez – Morales en Plaza de la Encarnación

El siglo XVIII será para el linaje de los Jiménez el punto de partida hacia la consolidación en la nobleza local, pues con las concesiones de Felipe V al término de la Guerra de Sucesión, comienzan a otorgarse unos títulos nobiliarios que en el caso de Arjonilla, afianza el poder de la aristocracia. La primera personalidad que recibe los favores del nuevo monarca es D. Diego Jiménez de Morales, hijo de D. Bernardo Félix Jiménez Serrano y Doña Tomasa Francisca de Morales, este último, hermano de D. Roque Jacinto Jiménez Serrano, caballero de Calatrava y capitán de caballos cosacas del regimiento de Jaén.

D. Roque Jiménez de Morales nació de D. Bernardo Félix Jiménez Serrano y Francisca Morales Velasco. Regidor del cabildo municipal de la Villa de Arjonilla desde 1.712, por el Estado de los Hijosdalgo, y casado con María Cano Muciente y Astorga, natural de Gibraltar, ambos avecindados en la calle del Arco. D. Roque Jiménez, en su labor como regidor, había destacado por la dedicación al culto que el cabildo oficiaba en la festividad de San Roque. Se destacó también en otras devociones de la religiosidad popular de la Villa, como el culto a Nuestro Padre Jesús Nazareno, en cuya ermita poseían los Jiménez- Serrano- Morales una bóveda para sepulturas.

Uno de sus hijos, D. Bernardo Benito Jiménez Cano Morales Astorga y Muciente, casó con Dª. Leonor Pérez de Vargas. Fue regidor perpetuo de la Villa, cargo que cede a su hijo D.Eufrasio Jiménez Pérez de Vargas en 1802. Éstos, habitaron la casa conocida del Marqués de la Merced, mientras que otros descendientes mantuvieron el esplendor de esta casa en el Mercado, en cuya coronación, un león sostiene el escudo del Marqués de la Merced.

Cruz de la calle comisarios

Entre las calles de Arjonilla destacan otros elementos como las hornacinas dedicadas a devociones religiosas. Una de ellas es esta hornacina monumental de la Santa Cruz en la Calle Comisarios, en la que según la tradición oral, se dio muerte al hijo de un alcalde. La realidad de los hechos, se encuentra bien documentada, ya que la persona cuya muerte conmemora esta cruz es el nieto de D. Luis Díaz de Aguilera, fundador del Convento franciscano de Santa Rosa de Viterbo. Precisamente fue la muerte de este personaje y la falta de herederos directos de la Hacienda de D. Luis, la que motivaron la fundación conventual.

Según las Crónicas Franciscanas. “Uno de los más principales en calidad y hacienda de la Villa de Arjonilla era Don Luis Díaz de Aguilera, regidor perpetuo de dicha Villa, Alcalde Mayor de Rondas y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Nació heredero de su lucido caudal un hijo llamado Don Luis de Aguilera y Perales, que casado con Doña Isabel Antonia de Benavides Valenzuela y Carvajal, tuvo por feliz sucesor otro varón a quien en lo florido de sus años, y sin tomar estado mataron de un balazo, sin poderse averiguar el agresor. A esta fatalidad acompañó la del padre, que estando en la Iglesia de Arjonilla, se cayó muerto sin poder hacer diligencia alguna; y de uno y otro sepulcro dispuso Dios nuestro Señor saliese la rosa de ese monasterio, que se funda con el título de Santa Rosa, pues por sus muertes se aplicó para la fundación toda la hacienda”.

La muerte de D. Luis de Aguilera Valenzuela, acaecida en 1.671, está signada en el basamento que sostiene la cruz. La sabia tradición popular mantenía la opinión que en el lugar se había dado muerte al hijo de un alcalde, y en efecto, el hijo de Don Luis Díaz de Aguilera, y padre del difunto, desempeñó en vida el oficio de regidor del concejo municipal y la vara de alcalde por el estado noble. En la sección de causas criminales del Archivo Diocesano, se encuentra el inicio de procesamiento contra los dos principales inculpados en el asesinato, los presuntos clérigos de menores órdenes D. Jorge de Contreras Torres y Francisco de Torres.

Bajo un arco de medio punto realizado en sillería de piedra en la que se alterna el ladrillo, aparece esta cruz. Una reforma del año 1882, añadió a la composición unos pequeños pináculos en los que se grabó equivocadamente la fecha que muestra el pilar. Por error fue interpretada la fecha de 1.611, si bien el año que figura en el basamento es el de 1671.

Hornacina de la calle Cristo

En la antigua calle de las Nevadas, conocida actualmente como “Calle Cristo”, Doña Petronila de Lara mandó construir esta pequeña hornacina hacia 1740. Se trata de otra hornacina devocional, para la que su propietaria mandó perpetuamente la carga de mantener todos los días del año una lámpara que alumbrase la imagen del Cristo. Cuando en 1.746 realiza el testamento Dª Petronila de Lara, establece que la casa pase a sus herederos, con la obligación de mantener encendida la lámpara, exigencia que debía ser observada por el Prior de la Parroquia de la Encarnación, obligado a amonestar a los propietarios en caso de que la voluntad de Doña Petronila no se cumpliera.

No pasan de largo quienes caminan por esta calle ante la hornacina del Cristo. Las calles de Arjonilla están llenas de recuerdos de su noble pasado y de la Historia de quienes vivieron en tiempos pretéritos. Al contemplar a través del cristal esta imagen, podemos recordar los versos del poeta de Arjonilla, bajo la sombra de las cinco cruces, que reciben al caminante, con sus brazos abiertos.

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